martes, 26 de noviembre de 2019

BIR Mil monjes y un puente

AMARAPURA


MONJES

Es normal encontrar en los hoteles de Myanmar toda una batería de fotografías con información y consejos sobre qué visitar y dónde, por el entorno. Uno de esos lugares es el Templo Maha Ganayon Kyaung situado en la localidad de Amarapura, a 11 kilómetros de Mandalay.

Tenía yo pendiente esta visita así que coincidiendo que volví a esta localidad para coger mi transporte para la frontera con Tailandia, decidí que iría, especialmente por ver el almuerzo de los monjes.


Turistas a la espera del desfile de los monjes
La hora indicada es las 10:15 de cada mañana. Llegué en un tuck tuck alquilado una media hora antes. A pesar de haber sido advertido, la enorme cantidad de turistas colapsando las márgenes del camino por donde transitan los monjes me dejó pasmado. Una especie de atracción de feria.

Durante todos esos minutos previos, buena parte de los monjes pueden ser observados mientras se asean escrupulosamente y lavan sus shangas (túnicas) y los dejan colgados secándose. 


A medida que se acerca la hora, los monjes surgen de las distintas edificaciones portando sus vasijas para recibir la comida y disciplinadamente buscan el final de las dos filas paralelas.

A una orden dada comienza el desfile para recoger su almuerzo.


Las monjas también participan. De igual modo, llevan rapada la cabeza y se las distingue porque sus túnicas son de color rosáceo.

Van descalzos, en silencio y cara seria. Tiene un punto de solemnidad que destaca frente al bullicio de los turistas curiosos  que disparamos las cámaras sin cesar mientras nos movemos buscando mejores ángulos. Me pregunto cuando durará esta convivencia que tan mala pareja hace.

Dado que conseguir buenas fotos resultó realmente imposible por la masificación, dejo aquí un enlace a un video de YouTube dónde se ve perfectamente un resumen de todo el acto.



PUENTE

El puente U Bein  cruza el lago Taungthaman. Su longitud es de 1,2 km y se construyó alrededor de 1850. Se cree que es el puente de madera más antiguo del mundo y en otro tiempo también el de mayor longitud. 



Es utilizado por la gente local como paso de un lado a otro del lago pero en la actualidad me pareció más una atracción turística que otra cosa.



El puente siempre está ocupado por turistas de cualquier lugar, y claro, los puestos de venta ambulante lo convierten a su vez en un verdadero mercado de múltiples productos, de la huerta o artesanos.

Afortunadamente yo coincidí en él  a finales de noviembre cuando las lluvias ya han cesado. Me cuentan que Julio y agosto son los meses de más afluencia de visitantes que coincide con los niveles de agua más altos en el lago. No quiero ni imaginarlo.

Siendo un lugar singular, como tantos otros, éste, probablemente esté un tanto sobrevalorado. La gente habla de él y aparece como algo de obligada visita. Pero bueno, como la verdadera visita cultural y la que más gente mueve es la visita al Templo Maha Ganayon Kyaung, la visita al puente es algo cercano y fácil de hacer.
Desde luego, cruzarlo, es una buena forma de satisfacer la curiosidad y dar un paseo mientras se observa el entorno. Ahí están los pescadores montando sus redes o las casas de labranza de lo agricultures con sus animales.
En noviembre el nivel del agua es bajo y permite realizar labores agrícolas en el interior del lago



lunes, 25 de noviembre de 2019

BIR INLE LAKE

25/11/2019

LAGO INLE

Nyaungshwe, este es el nombre.

He tenido que mirar cómo se llama el pueblo dónde estoy porque me resulta difícil recordarlo. Llegué hace dos días procedente de Bagan. 

Este lugar es el punto de arranque de cualquier excursión o ruta de senderismo que se realice por el entorno del lago. Obviamente, hay turistas moviéndose permanentemente por sus calles, especialmente mochileros.

Ya comenté que viajar por Myanmar en bus conlleva armarse de paciencia y estar preparados para dar unos cuantos botes en carreteras bastante deficientes.  Pero una vez mentalizado, te subes, te sientas y tratas de asimilar y hasta sorprenderte con las costumbres de la gente. En esta ocasión vine en una “van” de unas veinte plazas y como era de esperar paramos en mil sitios, la carga era de todo tipo y colocada aprovechando cualquier hueco, y la gente, pues bueno, lo acostumbrado, suben más personas que plazas existen y se colocan en el pasillo sentadas en unos pequeños taburetes de patas muy cortas y hay que tener mucha capacidad de sacrificio para aguantar sentado así durante horas. En fin, nada que no haya experimentado en algún que otro país.



Y así como hay momentos o circunstancias peores, ayer, sin ir más lejos fue un día extraordinario visitando el Lago Inle.

Arrancamos el día temprano. A las 7:30 un tuck tuck nos recogió en el hotel para ir al puerto a tomar una lancha.

Como preveía que iba ser el día de las mil fotografías, anduve listo y me coloqué en el asiento más a proa que había. De este modo, delante de mi solo iba el morro de la lancha y pude sacar imágenes mejores que desde otro asiento. Especialmente emocionante fue durante unos tramos donde el sendero entre la vegetación era tan estrecho que parecía que íbamos a entrar en algún lugar inexplorado que nos llevara a una aventura de película. El color tierra del agua y el verde intenso de la vegetación amplió más aún la emoción de todo el grupo. 

Hay viajeros que advierten en sus blog  que si no quieres que te paseen por unas cuantas tiendas donde vender artesanías debes dejarlo claro a la hora de contratar el tour. Yo, confieso que prefería visitar estos lugares porque me daba opción a bajar de vez en cuando de la barca y así ver que me ofrecían, conocer gente y fotografiarla, que es lo que más me interesa.

Así pues paramos y conocimos trabajadores de un nivel de hacer tan profesional que me impresionó. Muy buenos los orfebres cuyos trabajos con la plata son exquisitos pero que daba la impresión que no todo lo que allí venden es hecho por ellos.

Durante la visita a un par de mercados locales descubrimos a un herrero absolutamente artesanal. 






Tan artesanal es que el fuelle de su fragua está hecho con dos tubos verticales en los que introducen un palo que en la punta tiene un tocho de telas que se ajusta al diámetro de los tubos. Ahí, un hombre mayor coge un palo en cada mano y en un sube y baja alternativo hace que el aire salga hacia el fuego para mantenerlo vivo. Por simplificar, es un sistema de dar aire con la misma idea de un bombín de bicicleta. Increíble. Y el herrero trabaja sentado en el suelo moldeando la pieza sobre un cilindro de hierro a modo de yunque. Quedé fascinado viéndole trabajar y comprobando la calidad de las piezas una vez terminadas. Qué pena no poder comprarle nada a este artesano por el miedo a que requisen los cuchillos en el aeropuerto. 

Quizás no dejé claro que para ir a cada lugar de los que menciono hay que bajar de la barca. Salvo los mercados, el resto, están situados sobre edificaciones “flotantes”, es decir, casas de madera construidas sobre troncos clavados en el agua.




Siendo así la vida dentro de una gran masa de agua es bastante lógico que alrededor de los mercados sobre tierra o de las pagodas existan los vendedores sobre barcas que convierten el lugar en un auténtico mercado flotante. Son imágenes que me encantan.


Otra de las casas de trabajo visitadas, dos, en este viaje, fueron las que se dedican a la confección de textil. Tejen piezas muy variadas, desde pañuelos, bolsos, camisas etc, hasta los famosos longyi con los que se viste una mayoría grande de la población de Myanmar. 


El longyi es esa prenda estilo falda que usa todo el mundo y hasta en algún colegio lo asumen como parte de los uniformes del alumnado. Tengo la impresión que la comodidad es mucho mayor frente a un pantalón que nos atrapa y oprime más de lo que a veces nos gustaría. Qué envidia.

Pues eso, que vimos todo tipo de máquinas artesanales, desde ruecas hasta tejedoras. 





Pero lo que realmente me llamó la atención fue comprobar in situ como un muchacho extraía tiras de seda a partir del tronco de loto. Alguna de las prendas confeccionadas tenían un precio  exorbitado.


Otra casa de trabajo que me gustó muchísimo fue la “factoría de tabaco”. Lo entrecomillo porque aquí todo es artesanal. Cada cigarro se hace a mano y a la vista, especialmente por mujeres que demuestran una habilidad pasmosa desde su espacio en el suelo en el que se sientan directamente.

No podía faltar la visita a alguna pagoda o templo porque las hay hasta dentro del entorno del lago. Famosa es la Nga Phe Kyanung, popularmente conocida por Monasterio el gato saltarín. 



Al parecer los monjes de este lugar amaestran gatos para que salten a través de un pequeño aro que ellos sostienen. Nosotros no vimos tal cosa pero gatos había en el templo para aburrir.

Y si de lugares religiosos hablamos, yo tenía especial gana de ir a Inn Dein para conocer ese bosque de más de mil estupas que desde los siglos XII y XVIII vienen impresionado a la gente que las visita. 



Muchas de ellas están en proceso de rehabilitación por parte del gobierno pero éstas no me interesaban mucho, preferí buscar las que están bastante deterioradas porque dan una verdadera idea de cómo y de qué estaban construidas. El ladrillo artesanal es el material más usado aunque es una lástima que lo tapen revistiéndolo de una fina capa de cemento y arena. 

Es una visita que no debería faltar nunca si se viaje al Lago Inle.


En una de las últimas tiendas pasé un rato poco agradable. La lancha aminoró la marcha y vi que paraba en una tienda donde en sus carteles anunciadores era visible la imagen de una mujer de cuello de jirafa y me temí lo peor. 




Efectivamente, era una tienda de artesanía de objetos múltiples y allí mismo estaban dos mujeres con el cuello rodeado de los famosos y malditos aros. Evidentemente eran un reclamo para los turistas y como tal me pareció un modo de explotación de la mujer vergonzante. Me había prometido a mi mismo no visitar ningún poblado de este tipo de los varios que hay en Myanmar y Tailandia pero esto me lo encontré inesperadamente.  Saqué un par de fotos, sí, pero no aportaré ni un céntimo a nada que haga que fomente esté tipo de esclavitud. Como curiosidad comprobé el peso de un conjunto de aros y aseguro que pesaba como kilo y medio. Leo que pueden llegar a cerca de los cinco . Imaginad ese peso encima de las clavículas de una persona y se entenderá porqué estas se hunden sobre la caja torácica dando la apariencia de que el cuello se estira. Brutal..

Y dejo para el final de este relato lo que seguramente es más representativo de las gentes que viven en el Lago Inle. Hay que decir que en su mayoría son pescadores y agricultores pero la imagen más buscada por los turistas es la del pescador lanzando sus redes desde la punta de proa. 



Mantienen una de sus piernas apoyada en la barca mientras con la otra, en un sorprendente acto de agilidad y equilibrio, sujetan un remo en constante movimiento para así controlar y mover la barca. Es una imagen francamente sorprendente. 



No sólo se pescan peces en el lago; hay otros pescadores, pero de algas. Llenan sus barcazas con ellas para luego utilizarlas como fertilizante en las fincas y como alimento en los restaurantes.

Para pena mía, el viaje por este maravilloso lago da por finalizado. Yo contaba casi obsesivamente con tomar fotos de la puesta de sol pero está visto que el destino me la tiene jurada. 

Demasiado tarde para captar la caída de sol que debe ser estupenda

Esta vez la culpa fue de mi grupo de turistas, que se entretuvo demasiado viendo el mencionado templo del Gato Saltarín. En fin, confío en que el destino me tenga reservada una segunda oportunidad para volver por estos lares.

Las últimas imágenes que fotografié eran ya de regreso, en la barca, con el sol poniéndose por el horizonte y dejando caer la primera oscuridad del día. 



Ahí quedaron un par de fotos de las gaviotas lanzadas sobre nuestras cabezas buscando con obsesión algo que llevarse al buche. Ni dos metros nos separaban de ellas.

Y para el recuerdo quedan las imágenes de la gente aseándose y lavando ropa en las orillas con esa agua turbia color de tierra, flores de loto flotando y ocupadas por insectos insaciables, y sobre todo las personas, todos fueron siempre muy amables. Da igual si una vendedora fracasa en el intento de una venta, ella, generalmente, pondrá buena cara ante la foto que le pides. Siempre con permiso previo, claro. Y las mamás y papás de esas niñas y niños a los que fotografío su carita maravillosa, ellos siempre están orgullosos de que quieras inmortalizar a sus hijos.

Ahí están, como siempre a vuestra disposición en el enlace. Que lo disfrutéis tanto como yo.



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jueves, 21 de noviembre de 2019

BIR - BAGAN

22/11/2019


VIAJE a Bagan en barco

Me dejé llevar por el consejo, quizá por el gusto de otros viajeros. La cuestión es que elegí el barco par bajar por el Río Irawadi hasta Bagan.



La particularidad del barco es que puedes moverte con libertad, sacar fotografías y hasta tomar el sol durante las nueve horas que dura el viaje. Aunque es el transporte más caro para llegar a Bagan también es cierto que incluye desayuno, comida y, ya casi llegando, un té o café con un dulce.


Hicimos dos paradas, una para recoger pasajeros y otra para hacer una pequeña excursión de 40’ para ver una fabricación artesanal de vasijas de barro.
El final de viaje coincidió con la puesta de sol, que sin ser espectacular, fue un buen final.

Lo peor fue que al llegar al puerto en propio taxi que te llevará al hotel te sitúa primero en la oficina de turismo para pasar por caja. Son 25.000 Kiav, unos 15 € que pagas sí o sí. La ventaja es que podrás pasar a prácticamente todos los lugares de interés sin coste añadido
H


BAGAN 

Bagan, es la antigua capital de varios reinos en Birmania. Está localizada en la árida meseta del país, junto a las riberas del río Ayeyarwady (río Irrawaddy) y está a 145 kilómetros al suroeste de Mandalay. En 2019 la Unesco la designó como Patrimonio de la humanidad. 

Este párrafo se puede leer en la Wikipeda pero para mí Bagan, en el poco tiempo que lo he visitado me pareció una locura de lugar desde el punto de vista de su arqueología visto a través de los Templos y pagodas. 

Siendo realista, lo que mejor pude hacer fue alquilar una moto eléctrica y lanzarme a visitar solo un puñado de lugares elegidos previamente y marcados en un mapa para poder llegar a ellos  lo más directamente posible. Evidentemente, la ayuda del GPS fue fundamental, de modo que en un solo día había recorrido casi todos los puntos turísticos más relevantes. 



La verdad es que en la primera hora del paseo en moto mi mente se volvió loca porque la cantidad de Templos y pagodas que existen en la zona es tal impresionante que empecé a parar en cada sitio que veía. Total, que tuve que reconsiderar la situación y centrarme tan solo en lo marcado en mi mapa. Solo así, con un plan establecido pude ver tanto.

Mi idea era alquilar de nuevo la moto al siguiente día pero lo cierto es que me atrapó una especie de obsesión con ver monumentos y, como además andar en moto me encanta, seguí y seguí hasta las 5:23 de la tarde, hora de la puesta de sol y como otros cientos de personas, aparecimos en el Salumani Temple para ver la “sunset”. 

Y allí coincidimos, más y más turistas en una especie de locura colectiva pegándose codazos por conseguir un pequeño espacio desde dónde disparar la cámara justo en el momento preciso.

Desgraciadamente la carga de mi batería se terminó y ni puesta de sol ni gaitas. Y para mal de colmo, resultó que olvidé mi otra batería y el cargador en el hotel de Mandalay. Afortunadamente encontré una tienda de fotografía y compré un cargador. Al menos podré seguir sacando fotos con la batería que me queda.


Por resumir, hoy no vuelvo a visitar lugares turísticos porque ayer me pegué un festín con lo más representativo. Es verdad que hay miles y miles de Templos y pagodas, tantos que nadie se pone de acuerdo en cuantificarlos, que brotan a cada paso como hongos y que te puedes perder por cien caminos distintos más allá de las rutas turísticas, pero a mi me resulta un poco cansino tanta visita continuada a estructuras que suelen ser bastante similares.

Así pues voy a dedicar el día a actualizar el blog, subir fotos y descansar hasta la hora de tomar el autobús. Sí, cambio de lugar y viajo al Lago Inle.

Hoy el día empezó mal. Debía haber cogido el bus a las 8:30 de la mañana y un por un mal entendido lo perdí. Pensaba que era a la misma hora pero de la tarde. En fin un motivo más para estar siempre atento a no cometer errores propios y tener presente no fiarse al cien por ciento  de lo que digan los locales durante una negociación. Es verdad que es la primera vez que me pasa pero me jode haber perdido el dinero del viaje. Cosas que pasan…

He sacado muchas fotos, si, mucho templo, muchas imágenes etc, pero lo que a mí me pone de verdad es la gente. Mi cámara siempre se va a las personas, a sus gestos, a su expresión facial, a la sonrisa o a la transcendencia de un momento religioso. No puedo remediarlo pero creo que en los viajes lo más importante es la gente y su cultura así que, si puedo captarlo con la cámara de fotos eso es lo que intentaré siempre.



Respecto a las fotografías esta vez no voy a clasificarlas por el nombre de cada lugar porque me daría un trabajo grande especialmente después de haber editado algunas con lo que el nombre y hora han sido cambiados. En todo caso lo que yo pretendo es que la foto guste por si misma, que trate de agradar a quienes las veáis y que de una idea más o menos aproximada de lo que hay. 



Para saber más cosas sobre Bagan:  http://www.bagan.es/index.html


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martes, 19 de noviembre de 2019

BIR Mandalay - Pasear y sorprenderse

Para tomar el pulso al lugar donde me encuentre en cada momento y conocerlo un poco mejor, cargo con una mochila pequeña y me echo a andar. En esta zona de Asia mejor hacerlo por la mañana, cuando comienza el día y la gente arranca su actividad. Por la tarde hace un calor enorme y solo apetece quedarse parado y, a ser posible, con el aire acondicionado puesto.



Y así, paseando es como me topé con un mercado del día y sin ningún extranjero más que yo. Justo es una de las cosas que yo busco porque ahí encontré a la gente normal, a la de la compra diaria y en un mercado absolutamente sencillo donde venden productos de primera necesidad, tal es el caso de la carne o productos del campo.

Bueno, mejor unas pocas fotografías para entender el mercado.

FOTOGRAFÍAS del mercado (lo siento, perdí muchas)


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Y de regreso al hotel me encontré con esta PAGODA Kaung Hmu Taw Naung Taw Gyi. Muchos niños jugando, mucha gente sentada charlando, gente sencilla que vive ahí mismo, cosa que me llamó la atención. Todo es tan normal para ellos que los niños habian colocado una barra de bambú frente a una figura de Buda y con una pelota de las que usan para jugar al Chinlone estaban echando un partido tipo tenis pero solo con los pies.



Aclaro que el Chinlone es un deporte típico birmano donde no hay contrincante y los participantes se dedican a hacer malabares, algunos espectaculares.

Y ya puestos, me atreví a intentar dar un par de pataditas a esa pelota hecha de caña.


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lunes, 18 de noviembre de 2019

BIR Mandalay Hill


El cerro Mandalay ("màɴdəlé tàʊɴ") es una colina de 240 metros de altura que se eleva al nordeste del centro de la ciudad de Mandalay en Birmania, que toma su nombre de dicho cerro. Conocido por su abundancia en pagodas y monasterios, el cerro es un lugar de peregrinaje habitual para los budistas birmanos desde hace dos siglos. En la cima del cerro se encuentra la pagoda Sutaungpyei (literalmente "que cumple deseos"). La vista panorámica de la ciudad de Mandalay desde la cima del cerro justifica sobradamente que los visitantes hagan la subida.

Para saber más:   https://es.wikipedia.org/wiki/Cerro_Mandalay



Cerro de 240 metros de altura que hay que salvar subiendo más de 1700 peldaños de escalera. Es cierto que este lugar tiene unas vistas estupendas y una puesta de sol que debe ser digna de verse pero tiene el problema de que está el ambiente cargado de bruma que supongo más por la contaminación atmosférica que por otra cosas. 

Sea por esto, por el calor, por los cientos de peldaños que subí y bajé etc..., lo cierto es que disfruté poco de la excursión aunque las vistas si merecen la pena porque domina sobre casi toda la ciudad. 

Entrada principal al recinto. Empiezan las escaleras

Más por deporte que otra cosa decidí subir andando. Es un buen ejercicio físico, y si además las bajas también andando acabas con una buena ración de cansancio.

Es cierto que hay una opción de subir y bajar en ascensor pero es un tramo muy corto, ya en el final. Quié opte por este modo mejor que el taxi lo deje a pie del ascensor.

Lo que más me gustó fue la Pagoda Sutaungpyay con sus innumerables mosaicos de cristal. Está situada en lo más alto, justo donde se puede tomar el ascensor para bajar. Hay que pasar por caja y te ponen una pegatina previo pago de 1000 Kiat,(0,60 €).
Al pie de la imagen hay urnas llenas de dinero procedente de las donaciones


Miles de cristalinos reflejan los rayos del sol



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sábado, 16 de noviembre de 2019

BIR Mandalay

16 de noviembre de 2019 - sábado

Fueron cincuenta minutos de avión que, aunque caro, mereció la pena el gasto. Me refiero al vuelo hasta Mandalay que sustituyó a una más que asegurada tortura de 22 horas de autobús por carreteras bastante deficientes. Y en tan breve tiempo de vuelo la conpañia aérea se portó muy bien y nos obsequió con café y un par de dulces. Que no, que no me arrepiento.

Pequeña sala de espera
El avión, también pequeño

Pensaba yo que al irme lejos de la costa del Golfo de Bengala y venirme al interior del país el clima cambiaría, al menos en relación al grado de humedad pero veo que no, yo sigo asfixiado y con la ropa pegada al cuerpo. A partir del mediodía, andar bajo el sol es una temeridad: llegamos a máxima de 34 grados y a mínima de 23 por la noche. Y el grado de humedad nunca baja de 75%. Hombre, a decir verdad yo me frotaba las manos porque esta vez me estoy olvidando de invierno en España pero claro, tampoco hace falta que nuestros amigos los asiáticos tengan encendida todo el día la calefacción.



Hoy he pateado la ciudad durante varias horas, hice unos quince kilómetros intentando tomarle el pulso. Paseo, observo, vigilo mi espalda y saco fotos. Así hasta las dos de la tarde. 

Escribiendo y planificando los días próximos. El ventilador yuda
Ahora escribo encerrado en el alojamiento al amparo de un tremendo ventilador que gira en semicírculo y que  cuando se enfrenta a mi me regala una chorro abundante de aire fresco.



Hay cosas de la ciudad comunes a otras ciudades, tal es el caso de Yangon, la capital. Uno, el tráfico caótico. La gente circula en un caos organizado. Hay que tener muchas horas de rodaje para salir airoso entre un enjambre de motos y coches, especialmente motos de cilindrada pequeña muy común entre a población.





Y como peatón sufres el hecho de que las aceras no existen, bien porque es así, están rotas o estan ocupadas por el primero que le da la gana. Puede ser alguien que vende comida, tiene un taller de ventanas o cualquier otra cosa, pero sobretodo, aparcamiento para motos. Curiosamente, aqui, frente al hotel hay instalado un inflable para niños que ocupa medio lado de un sentido de la calle, así, por todo el morro.  Entonces, no te queda más remedio que andar prácticamente siempre por la calzada y no es raro que alguna moto te roce el brazo cuando pasa a tu lado.



Y claro, si no se piensa en la gente que camina parece obvio que tampoco se le faciliten las cosas en los pasos de peanotes. Efectivamente, esa es otra aventura. Hay pocos pasos para personas y mejor ándate con ojo si cruzas. Por supuesto que cruzar de un lado a otros es una aventura del carajo. En fin que hay que espabilarse porque es muy facilito acabar perjudicado.



Hoy no toco visita cultureta tipo pagodas, monasterios o museos. Espero a que lleguen a Mandalay dos chicas españolas que conocí en Yangon y así compartiremos tiempo y los gastos de las excursiones, algunas bastante alejadas de la ciudad. Eso si, tengo mucho interés en ver el mercado del jade y mañana domingo toca.



En fin, hoy, me di un buen paseo alrededor del enorme Palacio Real y saqué algunas fotos de las torres exteriores.






Y un lugar que siempre procuro visitar es la estación de ferrocarril. En estos países que están en vías de desarrollo conservan aún una esencia especial donde lo moderno de introduce con tanta lentitud en el sistema que apenas se aprecia.





Me impresiona seguir viendo a la gente acostada en los andenes haciendo vida en tanto no llega la hora de subirse al tren. Ahí comen y duermen, todo es normal para ellos pero llamativo para el extranjero. Los trenes siguen siendo antiguos, con la pintura desconchada, las tapicerías envejecidas y siguen con su clásico "taclata, taclata" cuando ruedan sobre los empalmes de las vias. Me recuerda a mis tiempos de niño en España.



Y para hacer juego, las estaciones también están viejas, algunas demasiado descuidadas. Los paquetes, incluso paquetones aguardan en el anden a la espera de ser subidos para su transporte.



Y hasta los carros tirados por personas  que transportan estos paquetes aún existen, para regocijo mio. Me encanta este ambiente a antiguo, y es así, supongo, porque me llena de nostalgia de un tiempo de niñez donde todo es nuevo, primero, y donde los aprendizajes te alertan continuamente.

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miércoles, 13 de noviembre de 2019

BIR Ngapali Beach


13 de noviembre de 2019

Pues sí, por el título de la entrada se puede comprobar que me he venido de playa a una de las zonas más turística de todo Birmania.

Ahora ya estoy situado y tranquilo pero la llegada desde la capital Yangon fue realmente agotadora. Vine en autobús, en lo que yo pensaba que sería un  viaje entretenido compartiendo espacio con la gente de los pueblos.

Interior del bus. Las mantas son para soportar el frío del aire acondicionado
Y fue así, pero lo que no sabía es que la carretera es un desastre en todos los sentidos, asfalto destrozado, calzada con un ancho mínimo donde cruzarse con otro vehículo que viniera en sentido contrario era un problema porque los dos no cabían en el asfalto, y las paradas, qué lio, parábamos cada pocos kilómetros para bajar o subir a alguien o dejar mercancia. Hasta una moto subieron para llevarla a otro pueblo. En fin, tampoco me extrañó demasiado todo ello porque lo he vivido en otros países pero siempre tienes la esperanza de que la siguiente vez irá algo mejor. En total dieciséis horas de viaje y un pequeño cabreo final porque a mi me vendieron un billete para llegar a Ngapali pero el viaje finalizó a 8 km antes a las 20:30 horas, ya oscurecido.

Casi no me dio tiempo a enfadarme. Enseguida se me acercó un chicó joven a preguntarme a dónde iba y acabé aceptando su oferta de llevarme en su pequeña scooter a un coste bastante razonable, la verdad. Y ahí nos vamos, mi mochila grande de pie, entre el manillar y el conductor, y yo detrás, de paquete, llevando a mi espalda la otra mochila pequeña.

Todo esto, absolutamente todo, es muy frecuente en este país y en otros del entorno.

Y ahora había que pensar en el siguiente destino y buscar el modo de viajar. Mi viaje era a Bagan, todo estaba pensado pero, vista la experiencia, decidí que no subo otra vez al autobús ni borracho para, esta vez, viajar durante 22 horas y volver a sufrir la maldita carretera.

A rascarse el bolsillo, Luis, me dije, y ahí se fueron 109 € en un vuelo interno a Mandalay. Y menos mal. En fin cosas de viajar organizando todo a salto de mata y en el día a dia. Lógicamente, los imprevistos son constantes.

Y dejando las penalidades al margen decir que como todo viaje por tierras extrañas, también este tuvo cosas  positivas, tal es compartir espacio con la gente, comer donde lo hacen ellos, en sus mismos lugares sencillos, conocer alguno más de sus hábitos y costumbres... 

Vegetación exuberante, mayormente bambú 


Transportando bambú. Imagen de mala calidad por el reflejo del cristal de la ventanilla

Y el paisaje, fabuloso, muy verde, tanto que atravesamos una pequeña cadena de montañas donde el bambú es la plantación predominante y la gente del entorno vive de ello en muchos casos.


Y ahora en la playa. Una vez que despejé mis dudas y preparé la marcha hacia Mandalay solo me queda disfrutar de esta maravilla de lugar y relajarme durante cuatro dias.



El tiempo hoy, un día cualquiera: 32 grados, sensación térmica de 36 y 22 grados por la noche. Humedad por encima del 75%. Toda una locura que hace que el aire acondicionado esté permanentemente funcionando.

Qué cómo se vice aquí?. Pues si tienes money, vivirás comodisimamente y en una relación calidad precio muy buena a pesar de que esta es zona  turística y playera y por tanto bastante más cara que la media del pais. Se puede hacer una comida bien por cinco euros y buenísimas por 10. Y dormir en una habitación doble sin lujos por 22 a 24 €. Yo, como hago un viaje largo y controlado, duermo en hostel, albergues, a un precio entre 6 y 10 € que en muchos casos incluye un desayuno bastante bueno.

Hoy he sacado las últimas fotos de la playa. Mañana lo dedicaré al relax más absoluto y pasado mañana, viernes, toca viajar al norte de Birmania.

Mujer con la cara protegida por thanaka
Son las siete y cuarto de la tarde. Bueno, noche ya, porque a partir de las cinco y media el sol desaparece. En este momento hace tanto calor y tanta humedad que el cuerpo me pide ir a la ducha al menos cada hora. Tengo la ropa pegada al cuerpo y el único alivio es el aire acondicionado o un ventilador a toda pastilla, como el que yo tengo delante de mi ahora mismo.


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