28/12/2019
Kong Lor
El motivo de la visita a esta localidad es hacer una incursión en su famosa cueva navegable. Para llegar hasta allí hay que salirse de la ruta principal que lleva al sur de Laos, pero, bajo mi punto de vista bien merece la pena soportar el calor de la jornada y el autobús de turno que te ofrece muy poca comodidad.
Imagen tomada prestada de somanymiles.com. Es temporada de cultivo de arroz |
Laguna verde esmeralda donde desemboca el río después de atravesar la cueva. Entrada |
La cueva no sólo es larga, también es muy ancha y alta. Alguien ha calculado que en algún punto concreto llega hasta los 90 metros de techo.
Dicho lo cual, es imaginable cómo se puede sentir una persona navegando este lugar a oscuras. Sólo la luz de las lámparas colocadas en la cabeza de cada persona aporta una penumbra suficiente para darnos una idea de las dimensiones de la cueva.
Colocada la linterna en la frente y el chaleco protector ya sólo queda subir al alargado bote y adentrarnos en la cueva. Solo unos instantes después nos encontramos a oscuras y oyendo el permanente ronroneo del motor de la barca.
Vamos aguas arriba. El trabajo del agua, la erosión producida en este lugar a lo largo de los siglos incita a la admiración más profunda, si cabe, que yo tengo por la Naturaleza en todas sus facetas.
Hacia la mitad del camino se hace un alto para una visita a pie a una zona ancha de la cueva y admirar sus caprichosas formaciones rocosas. Volvemos a embarcar y casi ya finalizando el trayecto hay que apearse para que el barquero empuje la lancha y salvar un pequeño desnivel. Recuerdo que el agua es poca en esta época del año y por ello en un par de ocasiones pasamos rozando el fondo del rio. (VID)
Hacia la mitad del camino se hace un alto para una visita a pie a una zona ancha de la cueva y admirar sus caprichosas formaciones rocosas. Volvemos a embarcar y casi ya finalizando el trayecto hay que apearse para que el barquero empuje la lancha y salvar un pequeño desnivel. Recuerdo que el agua es poca en esta época del año y por ello en un par de ocasiones pasamos rozando el fondo del rio. (VID)
Y llega el final. La traca final, diría, porque aparece un punto de luz al fondo que marca el otro lado y que lentamente se va ampliando hasta la boca de salida y dar paso a la luz exterior y a la exuberante vegetación del otro lado. Imagino el sentimiento de los primeros exploradores cuando confirmaron sus sospechas. Fantástico¡¡¡. (VID)
Allí vive un grupo de gente que espera con paciencia a los turistas para ofrecerles café, algún tentempié, bebida y hasta alguna prenda confeccionadas por las mujeres locales.
Y vuelta a la cueva y vuelta a la oscuridad. Regresamos. Ahora más rápido porque no hacemos paradas y además vamos a favor de corriente.
Mereció la pena la incomodidad del viaje en autobús y cualquier esfuerzo. Porque la cueva y su río es simplemente extraordinaria.
Video de elsouvenir.com
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