No tuve grandes sorpresas al llegar a Bangkok después de un viaje larguísimo, no sólo en distancia, también en horas. Una cosa realmente favorable fue el no tener que preocuparme como en otros viajes de recoger el paquetón con la bicicleta y la bolsa que habitualmente lleva las alforjas. Pues si, desde ese punto de vista, mucho mejor viajar solo con las mochila.
Asia me ha recibido también con pocas sorpresas teniendo en cuenta la temporada. Hace un calor importante, unos 33 grados de máxima y 23 de mínima, todo de media. Lo peor es el altísimo grado de humedad que dificulta la transpiració y sudas hasta empapar la ropa. Y una cosa con la que no contaba es que el aire acondicionado de cualquier lugar está a niveles de frío modo Polo Norte. Así pues no es extraño encontrar a algunos turistas con unos catarros tremendos. Cruzo los dedos porque aún sigo ileso en ese aspecto.
Aunque prólogo el Blog estoy escribiendo esto cuando ya han pasado ocho días y justo me encuentro en Yangón, Birmania.
Es hoy mi primer día en este país. Está cayendo una gran tromba de agua muy propia de la zona y que no ha parado desde hace 14 horas a pesar de que estamos en el límite entre las temporadas de lluvia y seca. Total, que el parón es obligado y aquí estoy, retenido en la octava planta del edifico donde el Hostel tiene una vista espléndida sobre el Río Yangon, aprovechando el tiempo para escribir esto.
En cierto modo me alegro porque así puedo actualizar todas mis notas y publicarlas. Tengo por delante 27 días de estancia en Birmania así que a poco que me organice tendré tiempo para vivir unas cuantas cosas.
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